El arte, como la vida, es cíclico. Tras un periodo de pureza de formas, hasta llegar a su expresión más mínima, la aparición de obras de arte que acumulan recursos creativos índica el final de una época y el inminente inicio de un movimiento nuevo. Así es la obra de Luis, fusión de formas, culturas y materiales aparentemente opuestos, generación de diálogos sutilmente contundentes que inquietan nuestra alma aburguesada deseosa de un orden forzado que nos mantenga dormidos en la quietud de las líneas.
Los ángulos redondos y envolventes de la obra de Luis, el uso de maderas de Oriente y Occidente, la comunión de culturas y texturas nos hablan de un artista de su época. Cada vez que una época artística termina, justo antes de que nazca otra nueva, surge un movimiento barroco.
Una de las señas inconfundibles del trabajo de Luis Uribetxebarría es el reverso de su obra…
Las piezas de Luis tiemblan, tintinean, se agitan, tienen vida propia a cada paso…
Aunar el arte de la orfebrería al de la talla, hace de Luis un artista único…
Crines, pieles, piedras, plumas, traídas éstas de la pesca sin muerte que ayudó a implantar en su día…